Revista

Histologic Diagnosis of Inflammatory Skin Diseases

AB ACKERMAN 1997

Segunda Edición, Williams and Wilkins. Baltimore

 

Desde la publicación de la primera edición de este libro en 1978, los dermatólogos y dermatopatólogos de todo el mundo se familiarizaron con el nombre Ackerman y con el concepto de patrones histológicos. El diagnóstico histológico de las lesiones inflamatorias tuvo finalmente un método a seguir, un método reproducible y que seguía cierta lógica. No puedo hablar de como eran las cosas antes de aquella primera edición, pues mi experiencia en el mundo de la dermatología recién se inicia en 1987. En ese momento, el concepto de patrones ya estaba arraigado en la metodología de diagnóstico de todos aquellos dermatopatólogos con quienes hice mis pininos, hasta que en 1990 llegué a Nueva York a trabajar al lado de Bernie.

Mis lecturas de la primera edición me sirvieron, no sólo para aprender conceptos histológicos, sino también, al mismo tiempo aprender los correlatos entre histología y los hallazgos clínicos. Es mas, la lectura misma del texto permitía descubrir entrelíneas, algunos conceptos de fiisiopatología que planteaba el Dr. Ackerman para muchas de estas enfermedades.

La medicina evoluciona en forma acelerada, casi exponencial, y era necesario que muchos de estos conceptos teóricos fueran revisados en una segunda edición. El resultado es el libro motivo de esta revisión, el cual paso a comentar.

Esta edición está dividida en tres grandes partes, y por recomendación del autor las dos primeras deben ser leídas en forma secuencial antes de pasar a la tercera.

La primera parte se ocupa de aspectos histológicos, anatómicos, fisiológicos (con respecto a las células inflamatorias) y por último define los términos tal como los entiende el autor, y como deben ser aplicados en la lectura del libro. Debo anotar que la autoría de varios de estos capítulos corresponde a otros dermatopatólogos, muchos de ellos gente con experiencia previa en investigación básica en dermatología, que fueron reclutados por el Dr. Ackerman para justamente darle un enfoque mas fisiológico antes que morfológico al desarrollo de los temas.

La segunda parte introduce al lector a los patrones básicos que se usan para el método diagnóstico, primero con algunos ejemplos y luego entrando de lleno a los algoritmos a seguir una vez detectados los patrones.

La tercera parte es la discusión detallada de 122 entidades o grupos de entidades, cada una con una descripción clínica, de tipo morfológica, un diagnóstico diferencial clínico, una descripción de hallazgos histológicos, empezando por el patrón e incluyendo variantes según la vida evolutiva de la lesión, un diagnóstico diferencial histológico, un comentario escrito de cada enfermedad y una bibliografía. Todo esto es seguido por un hermoso despliegue de microfotografías que muestran en imágenes todo lo que minutos antes se había expresado en palabras. Estas 122 entidades están ordenadas alfabéticamente, un método de organización al que el Dr Ackerman ha recurrido con anterioridad (en el Atlas de Dermatología y Dermatopatología Pediátrica).

El texto en inglés claro y conciso es fácil de entender, nada sorprendente si uno conoce las habilidades literarias del autor.

La calidad de los gráficos, llámense esquemas o siluetas, dibujos, fotos en blanco y negro y fotos a color, es insuperable, y establece un standard que debería ser seguido por cualquier libro que pretenda discutir temas morfológicos, ya sea de dermatología o de patología general. Sin ánimo de hacer odiosas comparaciones, invito al lector a abrir cualquier texto de patología general y analizar sus ilustraciones, tanto en cantidad como en calidad para luego cotejarlas con las del libro motivo de este comentario.

Debo precisar que para alguien neófito en el tema sea quizá más fácil la lectura de la primera edición, en cuanto a que el énfasis es puesto en el patrón histológico y es en base a ello en el que es organizado el libro. Dicho tipo de sistematización me resulta más ameno y continuo que uno hecho en base a un orden alfabético como lo es la parte tercera de esta segunda edición, mas propia de un libro de consulta que de un texto de lectura continua.

En lo personal, veo en ambas ediciones un valor intrínseco y propio de cada una de ellas, por lo que se me hace difícil no contar con ambas en mi biblioteca, de la misma forma en que conservo las dos últimas ediciones del Lever, tanto el antiguo, escrito prácticamente en su totalidad por el mismo Walter Lever, y la última edición, escrita por múltiples autores bajo el comando del Dr. Elder.

El Dr. Ackerman hace una excelente discusión de algunas de las enfermedades infecciosas y tropicales, tales como leishmaniasis y lepra, mas no de muchas otras. En esto veo no un defecto del libro, por demás completo en cuanto a temas no infecciosos, sino todo lo contrario, un estímulo para que los dermatopatólogos latinos podamos expresar en un libro de nuestra autoria, la inmensa experiencia propia que compartimos en el campo de la Dermatopatología tropical, bajo los mismos cánones de metodología y calidad ilustrativa impuestos en sus obras por el gran AB Ackerman.

Todo aquel que desee llamarse a si mismo dermatopatólogo debe contar en su biblioteca con esta segunda edición. No hacerlo es privarse de la riqueza de sus conocimientos y de la belleza de sus imágenes.

Dr.Francisco Bravo

VOLUMEN 9

1 2 Sup.

Volumen 9, año 1999
Número 1

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