Revista

EDITORIAL


Las ectoparasitosis constituyen entidades muy frecuentes en países en vías de desarrollo como el nuestro, y que además debido a su localización geográfica están considerados como tropicales o subtropicales. También es frecuente motivo de consulta en los países llamados desarrollados e incluso hemos sido testigos en estas últimas décadas de verdaderas pandemias de escabiosis y pediculosis, a los cuales ha contribuido sin duda, el explosivo crecimiento en los viajes internacionales en las últimas cuatro décadas.

Las acarosis y las pediculosis constituyen, dentro de las ectoparasitosis, las dos infestaciones más frecuentes en nuestro medio a pesar de que en las estadísticas del Ministerio de Salud existe un notable subregistro por la actitud de la población de no considerarlas enfermedades y de los médicos de no pensar en ello. Su gran incidencia y prevalencia en muchos países como el nuestro está directamente relacionada con las condiciones de extrema pobreza en la que sobrevive la mayor parte de nuestra población, que se ve obligada a vivir hacinada en precarias viviendas y en condiciones verdaderamente infrahumanas sin contar con las más elementales facilidades sanitarias, lo que condiciona continuas infestaciones y reinfestaciones, haciendo muy difícil su erradicación.

La importancia de tratar adecuadamente estas dos entidades radica no sólo en eliminar a los parásitos causantes, que provocan intenso prurito ocasionando muchas molestias a sus sufridos portadores sino que al hacerlo prevenir las infecciones secundarias a bacterias potencialmente peligrosas.

Para el control adecuado, en primer lugar es importante desterrar una serie de mitos prevalentes entre la población e incluso en algunos profesionales de la salud, mitos que han sido puntualizados por el Dr. John Maunder del Medical Entomology'Center, en Cambridge, Inglaterra. En cuanto a la acarosis debemos enseñar a la población que no hay ácaros viables en el ambiente general y que sólo se transfiere entre personas como resultado de contactos prolongados, de piel a piel, como por ejemplo estrecharse las manos o compartir el lecho, lo que explica porque frecuentemente los encontramos en manos y dedos, abdomen y área genital; otro mito es creer que se necesita hervir la ropa de cama para eliminarlos, lo cual es absolutamente innecesario ya que no hay parásitos viables en las ropas de cama, al morir a los pocos minutos de abandonar la piel humana y no es posible sobrevivan al lavado a temperatura normal; asimismo no tiene sentido la fumigación de escuelas, hospitales, omnibuses, ambulancias, baños, etc. Otro tanto acontece con los piojos de la cabeza, que si bien no mueren a los pocos minutos de dejar la cabeza del ser humano como los ácaros, es poco el tiempo que pueden sobrevivir lejos de la misma e incluso sus huevos o liendres requieren de la temperatura alcanzada en la cabeza del hombre para poder madurar, incubar y alcanzar su estadío definitivo; la única forma de contagio es mediante el contacto entre seres humanos, el piojo de la cabeza humana ha aprendido que si infesta algo que no sea la cabeza de un ser humano su destino inevitable es la muerte. Uno de los mitos más difundidos sobre estos insectos es que la pediculosis capitis puede ser transmitida por sombreros, gorras, peines, cabezales, ropa de cama, teléfonos, piscinas ya que en la práctica no existen piojos viables en el medio ambiente.

Existen numerosos métodos de tratamiento, algunos más eficaces que otros, algunos con menos efectos secundarios, pero debemos ser conscientes que sería muy importante contar con medicamentos con prolongado efecto residual, fáciles de administrar, tratar a todos las personas que comparten la vivienda y lugares que frecuente el paciente y por supuesto, lo más difícil pero a su vez lo más importante, elevar el nivel de vida de la población eliminando el hacinamiento y las condiciones antihigiénicas de vida.

En la presente edición dos artículos tratan este tema. En uno de ellos se comprueba el efecto residual prolongado de la permetrina en comparación con un antiguo antiescabiótico, el benzoato de bencilo. En el otro se comprueba, de manera científica, por primera vez en nuestro medio las bondades de una forma de tratamiento contra estos parásitos por vía oral. El mérito de estos trabajos reside en que demuestra que se puede hacer investigación en nuestra patria a pesar de las limitaciones económicas.

VOLUMEN 13

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Volumen 13, año 2003
Número 1

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