IN MEMORIAN

 

                        RECORDANDO LA MUERTE DE UNO DE LOS PROFESORES, PIONEROS DE LA DERMATOLOGÍA PERUANA, DR. AURELIO LORET DE MOLA, PUBLICAMOS LA RESEÑA QUE SE HIZO DE ÉL EN LA REVISTA DE LA SOCIEDAD PERUANA DE DERMATOLOGÍA, VOLUMEN 2°,  NÚMERO 1, DE JUNIO DE 1 968, CON OCASIÓN DE SU DECESO OCURRIDO UN 14 DE JUNIO.

                   "El 14 de junio se apagó la vida del Profesor Aurelio Loret de Molla".

 

Ante lo irremediable, las personas a las que vinculó su vida, seguramente, recorrieron con la mente de nuevo aquel camino, ya sin su persona, pero sí con el sabor que dejaron su bonhomía, su recia personalidad. La adustez de su gesto, encubrió a un hombre cariñoso y sentimental que buscaba hacer a sus colaboradores más cercanos partícipes de su permanente intención de ayudar y de la satisfacción que la acompaña.

Estudió Dermatología en Francia y la ejerció exclusivamente desde su regreso.

Fue el introductor de esta especialidad en nuestro medio, el fundador de la Dermatología nacional, maestro de muchas generaciones de médicos en San Fernando primero y luego en Cayetano Heredia; Heredia; muchos de los actuales especialistas se hicieron a su sombra. Para quien lo tuvo cerca, fue maestro de la doctrina y aun del diario vivir; por eso, amablemente, calladamente, su presencia se prolongará todavía entre nosotros.

Sus últimas energías fueron para la Facultad de Medicina Cayetano Heredia; contribuyó en toda forma, a su fundación y a sus primeros pasos; el título de Profesor Emérito que le fue concedido, expresa cálidamente la gratitud de la Institución.

A la instalación de la primera Junta Directiva de la Sociedad Peruana de Dermatología, imposibilitado de asistir por su salud, dejando de lado prejuicios, puntos de vista personales o de política universitaria, pidió hacer saber que se contaba entre los presentes y con los mejores deseos para la novel sociedad; las conocidas circunstancias que entonces existían en el ambiente dermatológico, dan la medida de su gesto; un mudo pero expresivo abrazo rodeó su enhiesta figura y reunió por bellos instantes el agadecimiento y el respeto ante su ejemplar actitud. Así cumplió su recorrido en la vida, repartiendo experiencia, amistad y señorío.