Revista

Adios al amigo Alex Lindegger Morales


Porque todo es igual y tú lo sabes
has llegado a tu casa y has cerrado la puerta 
con aquel mismo gesto con que se tiene un día, 
cuando todo es igual y tu lo sabes.
Has llegado a tu casa,
y al entrar,
has mirado tus libros como miran los árboles
sus hojas,
y te has sentido solo,
humanamente solo,
definitivamente solo,
porque todo es igual y tú los sabes.

(Luis Rosales, Granada-España)

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Alex Roland Lindegger Morales, médico dermatólogo, nació el 6 de julio de 1953 en Miraflores; fueron sus padres don Roland Ernest Lindegger Eppner, de nacionalidad suiza, y doña Fresia Morales Aljovín, distinguida dama limeña. Realiza sus estudios de medicina en la siempre gloriosa Facultad de Medicina “San Fernando” de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, egresando en 1982, integrándose a la Fuerza Aérea Peruana en 1983. Alcanza la efectividad en el grado de Capitán en 1985. Asciende a Mayor en 1993, pasando al retiro a su solicitud el 2 de enero de 1999.

Prestó servicios en unidades aéreas de combate (Grupo Aéreo Nº 4), en el Hospital Las Palmas y en el Hospital Central de Aeronáutica, en donde hizo su residencia en Dermatología bajo la dirección del Dr. Luis Valdivia Blondet, en el período de 1991 a 1994, egresando como dermatólogo de la Escuela de Postgrado de la Facultad de Medicina “San Fernando” de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

En su vida profesional obtuvo también la especialidad de la Medicina Aeronáutica, siendo integrante de juntas especiales de medicina aeronáutica por sus méritos.

En el Servicio de Dermatología Médico-Quirúrgica y Venereología del Hospital Central de Aeronáutica, se integró adecuadamente, siendo difícil representar en este breve espacio a una persona que se ama como a un hermano, aquel cuyo destino se ha cruzado con el nuestro y por el que sentimos vergüenza u orgullo, pero podemos resumir su amistad como sincera, noble, sin tapujos ni dobleces, y en el servicio fue un profesional eficiente y excelente compañero de trabajo, responsable al máximo en el cumplimiento del deber. Quizá este celo en su profesión y en las responsabilidades de trabajo y de amistades lo hizo sensible en una forma especial a las agresiones que sufrió en su vida.

La pérdida de sus padres, en forma sucesiva los meses de junio y julio de 1998, fue un duro golpe del que no pudo nunca encontrar consuelo.

El 20 de marzo del presente año, a los 47 años, se niega su futuro y al mundo la posibilidad de cambio, en una ida inexplicable que nos plantea preguntas desconcertantes que se hallan más allá de toda conjetura. Quizá, querido amigo, pensaste en los versos de nuestra poetisa Blanca Varela que “la piel del hombre se quema con el sueño”,

Nuestro recuerdo, el de tus amigos y consocios de la Sociedad Peruana de Dermatología te acompañarán siempre.

Descansa en paz, amigo nuestro.

Tus hermanos dermatólogos de la Fuerza Aérea del Perú.

VOLUMEN 11

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Volumen 11, año 2001
Número 1

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